De Todas las Flores Tour en CDMX…

por: Bernardo Ameneyro Esquivel | @nayoameneyro
#DeTodasLasFloresTour
Noche de sublimación donde se dejan las penas y dolores en el fuego y llegan las flores…
A manera de introducción, prácticamente en penumbras, nuestra adorada Natalia salió al escenario entre sombras, con algo de contraluz que nos permitió adelantar su empoderada figura, atavidad con un vestidazo hermoso mientra se escuchaba el Poema María Sabina.
Su música es genuina por su ingenuidad fractil, de cualidades geométricas tanto en métricas musicales como emocionales, recordándonos que se puede vivir a través de la música de manera intemporal: recordando con cierto dejo de nostalgia, que ya está fuera de tiempo, pues y claro que en verdad trasciende y que más nos vale apreciarlo y abrazar como lo hace la encatandora chaparrita de sonrisa perfecta y voz increíbles.
Acentuando, como entre notas, la lírica y sentimientos inmersos en su poesía que aprehende, sí, con “h”, puesto que no pide permiso para tomar a todos y cada uno de los 10 mil asistentes al Coloso de Reforma y ser embelesados al punto de no agarrar el chingado teléfono celular más que para lo más elemental como iluminar el foro a manera de constelación danzante con temas como: “Vine Solita”, “De Todas Las Flores”, “Pasan Los Días”, “Llévame Viento”, “El Lugar Correcto”.
A través de la repetición a diferentes escalas e intensidades referentes a temas del corazón, Natalia nos recuerda que aún cuando se extraña a quien se ama con el alma, se puede abrazar el sentimiento de nostalgia a través del baile, agradeciendo, ya no reclamando, valorando, ya no exigiendo, apreciando y reviviendo todo lo vivido pues en su momento se concedió el milagro de que dos almas se conectaron a tal nivel que no importa qué hala pasado después, nadie ni nada podrá quitárselos y se debe ser gradecidos con la vida por ser tan bendecidos: “Pajarito Colibrí”, “María La Curandera”, “Caminar Bonito”, “Mi Manera De Querer”, “Canta La Arena”, “Muerte”.
También acentuando por lo que logra desprender lo aprendido (ahora sí sin “h”) de lo que nos han dicho que debe ser sin dar mayor explicación, nuestra Natalia, através de un performance de cierta dosis kafkiana, se desprende de los buenos modos a través de un ritual de absoluta liberación, logrando liberarse de las tradiciones estilísticas, ciertamente bellas como el vestido fastuoso que lució la primera mitad del concierto, terminando con un vestido igualmente bello pero mucho menos pesado, sin duda, regresando a nuestra hermosa y talentosa Natalia, la que es, no la que le dijeron que debe ser…
Su cualidad interpretativa está mejor que nunca, “Veracruz” (cover de Agustín Lara), “Cien Años” (cover de Pedro Infante), “Tierra Querida” y “La Llorona”, dan cuenta de la complicidad de la cantautora y su extraordinario ensamble de músicos arriba del escenario.
Con el “Tú Me Acostumbraste”, la magia de la veracruzana nos colocó en un estado de absoluto embelesamiento, arrebatando todas nuestras chingadas máscaras lo que le permitió cautivarnos por completo a través de todos nuestros sentidos.
Momento de contar arriba del escenario con invitada de lujo, la española Sílvia Pérez Cruz, quien colaboró con los temas: “Soledad Y El Mar”, “Mi Última Canción Triste” y “Mañana”.
Continuó con “Para Qué Sufrir” y un homenaje al inmortal Juan Gabriel con el tema “Ya No Vivo Por Vivir”, un verdadero revoltijo de emociones donde ya no sabíamos si teníamos que llorar o qué chingadoz, lo que siguió no ayudó (broma): “Lo Que Construimos”, “Hasta La Raíz” y “Mi Tierra Veracruzana”.
En versión de cumbia, “Nunca Es Suficiente” puso a bailar al público respetable que ya no volvió a ocupar su asiento hasta el final con el temazo “Tú Sí Sabes Quererme”.











