Mudhoney, la banda originaria de Seattle, calificada de culto, icónica y pionera del Grunge, regresó a nuestro país para dejar claro que los 30tones seguimos conectando con el chavito punqueto y grunchero que en los 90 nos permitían coleccionar fiestas mientras los primeros discos compactos (si era fiesta fresona) o cassettes de bandas como Nirvana y Soundgarden amenizaban los tragos baratos que nos animaban a güashagüashear temas de corte crudo y hartos decibelios energéticos de distorciones sonoras que nos ubicaron desde entonces en un estado poco pretencioso y más preocupado por el gozo.
Pues bien, la noche del 5 de diciembre se presentaron en el lobby del Circo Volador, provocando la euforia de cientos de personas que subieron la temperatura del foro ubicado en la calzada de la Viga.
Los temas elegidos para agasajar al respetable fueron: “Sonic Infusion”, “Small”, “You”, “Drivin´”, “FDK”, “Broken Hands”, “Slipping Away”, “Fucked”, “JRRT”, “Sweet”, “Touch”, “Neutral”, “I´m Now”, “Final Course”, “Open Mind”, “Chardonay” y “Nain”.
La diferencia es obvia, una banda debe sonar simple, sin teatralidades mayores a la de emocionarse con un riff, un solo o la reacción del público no hacen falta luces mecánicas manipuladas desde un ordenador, mucho menos pantallas con videos o efectos audiovisuales; no mis queridos colecciona conciertos, una verdadera banda no se preocupa por el outfit maquillaje o peinado, se preocupa por sonar machin y conectar con el público, SIMPLE, es el oficio lo que hace que güeyes como Mark Arm (voz), Steve Turner (guitarra), Guy Maddison (bajo) y el jefazo de Dan Peters en la batería nos den una lección básica: lo importante es la música.
Pocos conciertos te recuerdan lo emocionante de estar en la barricada, olvidar dolores de articulaciones por el puto frío y te inyectan esa necesidad de correr a casa para filtrar más de 8 Gigas de fotos y contar lo que fue uno de los conciertos menos pretenciosos y mejor logrados por la idea loca de que una buena noche no tiene porque ser negocio.
Chingón.