Mucho circo y baile en el Pepsi Center WTC con Los Caligaris
por: @JC_Halaneo
FOTOS CORTESIA JOSE JORGE CARREON
Si se vale la comparación, el Ska es como el fútbol: festivo, con el baile, las porras, la cerveza, los tipos sin camiseta, y otras similitudes. Los Caligaris argentinos, el público mexicano, no, pues ya la hicimos, pamboleros y fiesteros. Sí, la fiesta llama.
No es extraño que el final del evento haya sido con las camisetas al aire, como en el punto cumbre de un partido, así se despidieron los mexicanos de los argentinos, pero la temática era otra, la “Circología”, que así se llama el último disco de Los Caligaris, y motivo por el que llegaron al Pepsi Center WTC nuevamente.
Con una ambientación circence, maromas, mucho baile, Ska, luces, narices con intermitente luz roja, la fiesta inició poco antes de las 10 de la noche, y duraría casi dos horas. “Todos locos” fue la canción que abrió el concierto estelar, ad hoc para continuar con el ambiente preparado por las bandas abridoras: Tomo como Rey y La Pegatina, chilenos y españoles, respectivamente. Y es que hay bandas, y según el género, que levantan el ánimo del público progresivamente, pero hay otros géneros que por sí solos son una fiesta, el Ska, por ejemplo, que además convive re bien con otros como la cumbia, el reggae…; así lo demostraron dichas agrupaciones.
Como para tomar aire, “Tus besos” relajó parcialmente la hiperactividad de los asistentes, quienes coreaban: “Y no puedo parar de probar tu cuerpo, me vuelve loco cada uno de tus besos”. Y la fiesta continuo: intercalados entre temas como “Entre vos y yo”, “Nadie es perfecto”, “Mejilla izquierda”, hubo piruetas, danza aérea y una botarga de duende. También sonaron “Luchemos por la causa” y “No estás”.
Las pausas de fiesta se compensaron con las piezas acústicas, como “Oasis” acompañada del piano de Valentín. Luego, otra pausa con música de Bronco como fondo, que sirvió para darle la bienvenida a Raúl Sencillez, vestido de blanco y al estilo grupero: “hoy me quiero casar con una mexicana”, dijo casi al instante que entraba al escenario, y sí, hubo boda: con sacerdote, noche de bodas y toda la cosa. La afortunada, que parecía no caber en la emoción, apenas pudo decir su nombre: Melissa, de 18 años, entonces “todo es legal”, dijo Sencillez al escuchar la edad.
Después de la ceremonia, la fiesta circense siguió. Sonaron “Añejo w”, “Quéreme así”, “Elefante acústico”, “Razón”, “Tyson”, “Pero no puedo”, “Cada vez”, y otras. Sin duda una gran celebración que cerró con “Kilómetros”, con las playeras del público al aire como hélices, seguro, bastantes sudados de tanto baile, y cerveza.